(habla tú primero)

desde hace

unas mañanas

todas

las mañanas

hay en el espejo

una pregunta estancada

un

señor

que me espanta

cansado

poniendo los ojos en blanco

suspira

resopla

le invito a sentarse

su mirada pasa

y me cuenta historias caducadas

de

sueños podridos

sonrisas mutiladas

y la espalda de un futuro

al que nunca

le vio la cara

me enseña el dolor de sus rincones

el caballo de los hombres

y con los dedos

que le faltan

me dibuja

me señala

una respuesta desnuda 

bailando

en la misma mañana

en la misma mirada

le pregunto

si ese segundo

que nunca

envejece y pregunta por mí siempre

no me reconoce

por orgullo

o por la inercia 
de tener que decir 

mi nombre

pero no me responde

son demasiados desconocidos

son demasiados saludos vacíos

demasiado olvido

disimulando

este

día

repetido

y me tolero
y me permito
y no me guardo
y no me insisto

repaso

estos

restos

y cuando se encuentran

sus ojos
y mis ojos

un silencio

lo explica

todo

nos despedimos

mañana

será

otro día

otra cara

enterrada

en esta ventana

cruel

y despiadada

Anterior
Anterior

siempre hay una sonrisa sin usar

Siguiente
Siguiente

las excusas se quedaron sin mundo